
LA DANZA DEL DAR Y EL RECIBIR
Cuando un colibrí y un girasol se encuentran pintan uno de los más hermosos cuadros de la naturaleza. El colibrí despliega sus rápidas alas a más de 80 veces por segundo, para sostener un vuelo estático, mientras introduce su largo y afiliado pico y chupa el néctar de la flor, mientras esta parece abrir sus pétalos dándole la bienvenida a tan tierno y delicado visitante al que alimenta con alegría, con la certeza que en su pegajoso pico portará los elementos para polinizar la siguiente flor que visite, operación que la diminuta ave repite unas mil veces en un día. Después el colibrí retrocede un poco, para que tanto la flor y el pájaro se contemplen con gratitud, y luego el colibrí vuela rápidamente hacia otro lugar. La flor alimenta al colibrí y este la fecunda. El colibrí vive gracias a la flor y esta gracias al colibrí, en un permanente intercambio que mantiene un hermoso equilibrio. El encuentro del colibrí y la flor dura un instante, pero la belleza del mismo tiene la eternidad del dar y el recibir, es el reflejo del amor que se extiende dándose a si mismo, en una danza infinita cuya inmortal armonía nos sonríe por siempre.
Bendiciones
💝🙏💝
Oscar Gómez Díez
Muy hermosa semblanza. Muchas gracias. Me encanto!
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Muchas gracias Firely
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