
LECCIÓN 210
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
«No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.»
1. (190) «Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor.»
En el estado del Cielo el dolor no existe, pues es un estado de plenitud, de perfecta paz y felicidad, por lo tanto, el dolor no es una creación de Dios, no es real, es una invención del ego.
«El dolor es mi propia invención. No es un pensamiento de Dios, sino uno que yo pensé aparte de Él y de Su Voluntad. Su Voluntad para Su Hijo bien amado es dicha y sólo dicha. Y eso es lo que elijo en lugar de lo que yo inventé.» (L- 210)
Cuando elegí separarme de Dios, negué su Amor y sus atributos, e inventé un mundo falso donde experimento la culpa por mi decisión equivocada. El dolor no es más que una proyección de mi mente sobre un mundo que no existe, para culparlo de la supuesta desgracia que creo experimentar en mi mente. La causa de mi dolor está en mi mente, y es en mi mente, donde debo sanar el dolor que creo sentir. Eso solo lo logro a través del perdón que deshace toda ilusión y restablece la verdad de lo que soy. Cuando reconozco que soy el perfecto Hijo de Dios, acepto que «Su Voluntad para Su Hijo bien amado es dicha y sólo dicha.» (L – 210) en ese momento puedo tomar mi decisión a favor de la verdad y el amor y proclamar que «Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor.» La felicidad es una elección, pues la felicidad es un atributo del Amor. No puede haber felicidad sin Amor, así que cuando elijo el Amor también estoy eligiendo a la felicidad. La elección está en nuestras manos, siempre lo ha estado, elige el amor y acertaras, elige el amor y serás feliz, elige el amor y todo sufrimiento desaparece, pues el Amor y el sufrimiento nunca han coexistido, donde el Amor hace presencia el dolor desaparece, el Amor siempre va acompañado de la paz y de la felicidad, son sus eternas compañeras, no las pierda de vista, pues te perderás a ti mismo.
ENTREGARNOS AL ESPÍRITU SANTO:
Jesús nos pide que durante este repaso y de manera permanente mientras estemos en este mundo nos entreguemos completamente bajo la orientación y la amorosa guía del Espíritu Santo, y le dedicamos «estos momentos de quietud al Maestro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nuestros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.» (L-r. VI.6:6)
Jesús nos reitera que nos pone en las manos del Espíritu Santo «Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él.» (L-r. VI.7:2)
«Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda.» (L-r. VI.7:3)
Permitamos que el Espíritu Santo «nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.» (L-r. VI.7:4)
PRÁCTICA DIARIA:
«No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.»
(190) «Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor.»
«No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.»
Con estas ideas nos levantaremos por la mañana, pasaremos todo el día y nos acostaremos pensando en ellas y nos levantaremos nuevamente.
Con estas ideas meditaremos en la mañana y en la noche, mínimo 15 minutos, y haremos una pausa cada hora para recordarlas en quietud y silencio y hacerlas nuestras, para igualmente repetirlas entre horas lo más que podamos.
RESPUESTA A LA TENTACION:
A lo largo del día, «Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:»
«No quiero este pensamiento. El que quiero es ________ .»
(L– r VI. 6:1-2)
En el caso de hoy el pensamiento que quiero es:
(190) «Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor.»
«Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado.» (L-r VI.6:4)
No olvides dejar pasar ni un solo pensamiento vano en tu mente sin confrontarlo, sin perdonarlo, ya sea de ira, ataque, carencia, tristeza, culpa, miedo o cualquier otro pensamiento no amoroso que niegue tu realidad inmortal. La salvación depende que no dejes ni una sola mancha de oscuridad en tu mente, para que la luz de tu Amor ilumine al mundo y a todas las mentes que Dios creó una contigo.
Bendiciones
Oscar Gómez Díez
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