
LECCIÓN 232
«Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.»
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
La idea del día de hoy es una petición y un propósito. Y no son una petición o un propósito cualquiera. Podríamos decir que son nuestra principal oración y nuestro principal propósito. Si tomáramos la idea y la oración de hoy de todo corazón y la hiciéramos nuestra, no necesitaríamos nada más para despejar las puertas del Cielo en nuestras mentes.
ORACIÓN DEL DÍA:
«Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mí todo el día. Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. Y que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo.»
Esta oración nos está proponiendo tener a Dios en nuestras mentes a toda hora, en todo momento y lugar. Desde que nos levantamos hasta que nos acostemos pensando en Dios para luego pronunciar su sagrado nombre cuando nos volvamos a despertar. Se trata que Dios y Su Amor ocupen la totalidad de nuestra mente sin darle ningún espacio al ego. Si lo logramos nuestra salvación habrá culminado, y el himno celestial entonará sus melodías dándonos la bienvenida por el retorno a casa.
Cada oración del siguiente párrafo, es como una instrucción de lo que deberíamos hacer, veámoslas de manera separada:
- «Así es como debería ser cada día.» tener permanentemente en nuestra mente a Dios y Su Amor, practicar y practicar hasta que nos fundamos con nuestro anhelo de estar en Dios y estar con Dios.
- «Practica hoy el final del miedo.» solo practicando tener al Amor todo el tiempo en nuestra mente, le ponemos fin a todo miedo que creímos haber experimentado. De esta manera habremos desterrado al ego de nuestra consciencia.
- «Ten fe en Aquel que es tu Padre.» si ponemos toda nuestra confianza en Dios, haremos nuestra Su fortaleza y Su guía.
- «Deja todo en Sus Manos.» si le entregamos a Dios todos nuestros problemas o preocupaciones, y nos dejamos guiar por Su Voz en todo momento y lugar, será garantía que siempre estaremos en las Manos de Dios.
- «Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo.» si te entregas completamente a Dios, y deshaces todo miedo a través del perdón, permitirás que Él se te revele y te enseñe el camino de regreso a casa. En ese instante santo todo desánimo, pesar o tristeza serán reemplazados por el júbilo del Amor y la Paz del Cielo que se reflejarán en nuestros corazones. PRACTICA:
Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
«Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo.» (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
Bendiciones
Oscar Gómez Díez
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