
- ¿QUÉ ES EL CUERPO?
Comentado por:
Oscar Gómez Díez
Los estudiantes que han llegado hasta la lección 260, ya conocen la definición metafísica del cuerpo que plantea el Curso, que se resume en que el cuerpo no es real, es ilusorio, fue fabricado para atacar y hacer real la separación. «El cuerpo de por sí no tiene ningún valor.» (T-8.VII.2:7)
Así que en el abordaje de este tema especial 5. ¿QUÉ ES EL CUERPO? no me propongo reiterar en lugares comunes, sino más bien intentar dar respuesta a preguntas que me han formulado estudiantes de Un Curso de Milagros, que me han dicho que si el cuerpo no es real, ¿que hago entonces con el cuerpo? Este es un dilema que muchas religiones y tradiciones espirituales han intentado abordar sin mucho éxito. El Curso nos ofrece una alternativa sanadora. Es posible que el contexto que voy a hacer sea algo extenso, pero creo que la reflexión vale la pena.
LA TRIADA FILOSOFICA:
Desde hace miles de años se nos ha dicho que somos cuerpo, mente y espíritu. Hace unos 2.500 años atrás, los griegos clásicos (Anaxagoras, Platón y Aristoteles) nos definen de esa manera (Soma/Psique y Nous), tesis que sostienen actualmente muchas tradiciones religiosas, espirituales e incluso científicas.
LA TRIADA PSICOLÓGICA:
Freud retoma en su Psicoanálisis el concepto dual de soma y psique, y establece el concepto de enfermedad psicosomática. Posteriormente Carl Jung reintroduce la triada griega Soma/Psique/Nous, lo que es un avance. La psicología transpersonal de Jung busca una comprensión más integral del ser humano al incorporar su dimensión espiritual.
LA TRICOTOMÍA TEOLOGICA:
La Tricotomía teológica de San Pablo, postula que el hombre perfecto está compuesto de cuerpo, alma y espíritu. San Pablo sustituye Psique por alma y Nous (conocimiento, intelecto) por pneuma (en griego respiración/aliento) para explicar que Dios le insufló el aliento divino a nuestras almas, con lo que le da vida a los cuerpos.
DUALISMO vs NO DUALISMO:
Podemos afirmar que la cultura moderna sigue impregnada por la triada cuerpo/mente/espíritu, exceptuando a Un Curso de Milagros, y otros sistemas de pensamiento no dualistas que le son similares como el Advaita.
De esa triada: cuerpo, mente y espíritu, el Curso nos dirá que el cuerpo no tiene cabida en esa ecuación, por la sencilla razón que no es real, por que no existe, porque su naturaleza es ilusoria, igual que este mundo. Este es uno de los temas que hacen del Curso tan revolucionario y radical frente a otros sistemas de pensamiento muy aceptados en nuestro medio. La postura frente al cuerpo y el mundo, marca una línea divisoria entre los sistemas de pensamiento dualistas y no dualistas. Quien crea en la realidad simultánea del cuerpo y el espíritu, se sitúa en el sistema de pensamiento dualista. Quién crea que el espíritu es lo único real, se sitúa en el sistema de pensamiento no dualista.
SI EL CUERPO NO ES REAL, ¿QUE HACEMOS CON EL CUERPO?
Las enseñanzas del Curso parten del presupuesto de que para avanzar en la salvación debemos hacer consciencia de que «No soy un cuerpo. Soy libre» (L 199), con lo que sugiere que si creo ser un cuerpo, aprisiono mi mente a algo finito, vulnerable, y mortal. Por lo que nos lleva a afirmar que «Soy espíritu.» (L 97). Este es un tema reiterado en el libro de ejercicios. Como el ego nos ha llevado a identificarnos con el cuerpo, estas lecciones nos pueden generar mucha resistencia al principio. Pues si acepto que no soy un cuerpo, la pregunta que me surgiría es ¿que hago entonces con el cuerpo? Este es un dilema que lleva miles de años sin que se hubiese llegado hasta ahora, con una solución satisfactoria y amorosa, como la que plantea Un Curso de Milagros.
BUDA:
Hace unos 2.500 años atrás, el joven príncipe Sidharta Gautama, conocido después como Buda, abandona el palacio real en la búsqueda de si mismo. Como consideraba que el cuerpo era un obstáculo, se unió a los ascetas y vivió en condiciones muy elementales en medio de la naturaleza. La práctica del ascetismo severo, que incluía un estricto régimen de ayuno y varias formas de control de la respiración, casi lleva a Buda a la muerte, por lo que llega a la conclusión que ese no era el camino, y plantea un camino medio en la que se cuida el cuerpo mientras se realiza el trabajo interior, a través de la meditación dhyana, hasta alcanzar la iluminación.
El equivalente musulmán al asceta Hindú es el Fakir, y en la Grecia clásica siendo el filósofo cínico Diogenes su mayor exponente.
LOS CINICOS GRIEGOS:
La Grecia clásica fue cuna de múltiples escuelas de filosofía, una de ellas, era la escuela de los cínicos, quienes enseñaron que la verdadera felicidad no depende de cosas externas tales como el lujo, el poder político o la buena salud. El más famoso de los cínicos fue Diógenes de Sínope, El mismo que recorría las calles de Atenas con una lámpara encendida a plena luz del día, el mismo que se negó acompañar como consejero al emperador Alejandro Magno, el mismo que a la pregunta de Alejandro de que podía hacer por él, Diógenes le responde que se corra a un lado pues no le deja ver el sol. Posteriormente Alejandro Magno diría después de ese encuentro, que si él no fuese Alejandro le hubiese gustado ser Diógenes.
Diógenes, consideraba que la única forma de alcanzar la felicidad estaba al margen de la civilización y en un mayor contacto con la naturaleza. Acorde a estos principios, pasó su vida vagando por las calles de Atenas, en busca de la sabiduría que ni la riqueza, los placeres ni los bienes materiales podían brindarle. Consecuente con sus postulados dormía en una tinaja como casa. Vivía casi con lo mínimo, un trapo que cubría su cuerpo y un cuenco para tomar agua, hasta cierto día, tras observar a un niño beber agua en el cuenco de su mano abierta, se deshizo de su escudilla diciendo: «Un niño me ha dado una lección de sencillez».
Acerca de la riqueza dijo lo siguiente: «Todo pertenece a los dioses; los sabios somos amigos de los dioses; los bienes de los dioses amigos son comunes. Por eso los sabios lo poseen todo». El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al mínimo sus necesidades. En resumen, los cínicos veían en el mundo y en el cuerpo, un límite para su propósito de cultivarse a sí mismos.
EL NUEVO TESTAMENTO:
En el Nuevo Testamento, se plantea una diferencia entre cuerpo y espíritu:
«6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del espíritu, espíritu es.» (Juan 3:6, Reina-Valera 1960)
Este es un texto no dualista, pues en este pasaje Jesús dice que los orígenes del espíritu y del cuerpo son distintos, no se encuentran. Los cuerpos no dan origen al espíritu, ni se convertirán en espíritu. El cuerpo es mortal y el espíritu inmortal. Más está tesis prácticamente es ignorada por las iglesias cristianas como veremos más adelante.
LA IGLESIA CATÓLICA:
En el caso de la iglesia católica, se pueden mencionar varios temas que reflejan su postura frente al cuerpo, como la creencia en la resurrección de los muertos, la calidad pecaminosa del cuerpo, la auto flagelación y el celibato, todos muy contradictorios entre sí.
La creencia en la resurrección de los muertos fue muy poderosa durante el medioevo, y todavía sigue presente en la doctrina de la iglesia católica. Sostienen que es posible la resurrección de los cuerpos, que al final de los tiempos pasaremos de un cuerpo corruptible a un cuerpo incorruptible, lo que lo dota de un atributo que no tiene y nunca ha tenido, identificándose con los antiguos mitos sobre la inmortalidad de los cuerpos, el elixir de la eternidad juventud, etc. algo muy presente en el sistema de pensamiento del ego.
De la creencia en la resurrección de los cuerpos, se desprende la antigua tradición medieval de enterrar los cadáveres dentro de las iglesias o en los alrededores de las iglesias, dependiendo de la capacidad de pago del muerto o de su familia, pues consideraban que si estaban enterrados en una iglesia o cerca de una iglesia más oportunidades tendrían de resucitar. Con el paso de los siglos la expectativa por la resurrección de los muertos ha perdido mucha fuerza. Esta creencia se basa en la idea que si Jesús resucitó, él vendrá al final de los tiempos a resucitar nuestros cuerpos, como si fuesen nuestro bien más preciado. Esta creencia no alcanza a explicar, como si el alma del muerto va al Cielo, y si ya se encuentra con Dios, que necesidad tendría quien está en la eternidad, a esperar el fin de los tiempos para que le devuelvan un cuerpo carcomido por el tiempo. En el Cielo todo es amorfo, ¿para que vamos a necesitar un cuerpo, cuando nuestro estado natural es ser espíritu?
Lo único que logra hacer la creencia en la resurrección de los muertos es hacer real en nuestra mente algo de por sí irreal, como lo es el cuerpo.
Los monjes auto flagelantes cristianos, consideraban que el cuerpo era pecaminoso, y por lo tanto, buscaban dominarlo a través de infligirse latigazos en la espalda. Esta creencia es la antípoda de la resurrección de los cuerpos, o de considerar sagrado los cuerpos.
El celibato católico apunta en la misma dirección, pese a que su origen fue más político y económico que espiritual, pues fue una decisión que tomó la iglesia católica hace unos 900 años atrás, para dirimir conflictos de poder entre un Papa (Gregorio VII) y un rey alemán, sobre quien debía nombrar los sacerdotes y obispos, lo que ponía en peligro los bienes de la iglesia, que podrían pasar a manos de reyes, o a herederos de los sacerdotes. Estos conflictos llevan finalmente a la Iglesia Católica a decidir como obligatorio el celibato sacerdotal en los Concilios de Letrán de 1123 y 1139, celebrados en Roma, y esa sigue siendo su postura oficial hasta el día de hoy.
El celibato fue impuesto a raja tabla, a tal punto que las esposas de los sacerdotes de la época fueron arrebatadas de sus maridos y vendidas como esclavas, no fue una prohibición suave ni mucho menos amorosa. El celibato ha tenido unas consecuencias desastrosas por las reiteradas denuncias de abuso sexual de los sacerdotes católicos. El cuerpo se les volvió un problema y no una solución.
EL CUERPO EN UN CURSO DE MILAGROS:
Un Curso de Milagros nos dice que tanto el mundo como los cuerpos no son reales, pues no fueron creados por Dios, y no tienen Sus atributos, de inmortalidad, invulnerabilidad, plenitud, entre otros. El cuerpo es una fabricación falsa del Hijo de Dios, tras el sueño de separación, es un instrumento de ataque. Sólo se pueden atacar los cuerpos, pues las mentes son invulnerables, de ahí que el cuerpo ataca a través de la mente errada. Cuando percibimos un ataque no físico, por ejemplo, que nos insulten, calumnien, hablen mal de nosotros, es porque nos hemos identificado con el yo psicológico de nuestro ego, con nuestra mente falsa. Nuestra verdadera mente es invulnerable a cualquier tipo de ataque.
«El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios se imagina haber erigido para separar partes de su Ser de otras partes. Cree vivir dentro de esa cerca, para morir a medida que ésta se deteriora y se desmorona. Pues cree estar a salvo del amor dentro de ella.» (L-PII.5.1:1-3) el cuerpo es un refugio que inventamos para huir del amor. Creemos aprisionar nuestras mentes dentro de un cuerpo, y someterla «a las condiciones del cuerpo». Con lo que invertimos la realidad, pues es el cuerpo el que depende de la mente y no al revés. Hace muchos años atrás participé en un experimento de PNL (Programación Neurolingüística), en una sesión de hipnosis, en la que me decían que era un árbol y mi cuerpo se puso rígido, luego me suspendieron en el aire, soportada mi cabeza en el espaldar de una silla, y en el otro extremo, los pies apoyados en el espaldar de otra silla, mientras mi cuerpo permanecía rígido y suspendido en el aire. Luego me pedían que levantará un brazo y también una pierna mientras continuaba suspendido en el aire. Este experimento nos demuestra como el cuerpo es sólo un instrumento de la mente.
«El cuerpo es un sueño. Al igual que otros sueños, a veces parece reflejar felicidad, pero puede súbitamente revertir al miedo, la cuna de todos los sueños. Pues sólo el amor puede crear de verdad, y la verdad jamás puede temer.» (L-pII.5.3:1-3) el cuerpo refleja la ambivalencia de la mente, unas veces parece proporcionarnos placer y otras sufrimiento, pero su naturaleza profunda es el miedo. Una diferencia sustancial entre el cuerpo y el yo psicológico que lo sustenta, y la mente verdadera, es que el primero es escenario del miedo y el segundo del amor. Donde hay amor no hay miedo.
Si bien el Curso define metafísicamente el cuerpo como una entidad ilusoria, creada para atacar y afirmar la separación, cuál cerca que pretende aprisionar la mente del Hijo de Dios, pero también el Curso nos ofrece una alternativa amorosa frente al cuerpo: «Mas podemos cambiar el propósito que el cuerpo obedece si cambiamos de parecer con respecto a su finalidad.» (L-PII.5.3:5) aquí no sólo nos plantea la posibilidad de reinterpretar el uso del cuerpo, cambiando la finalidad del mismo, y la finalidad que nos propone el Curso es la paz y el perdón, reinterpretando su función:
«El cuerpo es el medio a través del cual el Hijo de Dios recobra la cordura.» (L-PII.5.4:1)
No se nos pide renunciar al cuerpo, ni lastimarlo, ni ignorarlo, ni que lo consideremos pecaminoso, ni qué nos neguemos a disfrutar del cuerpo, como tener pareja, o dejar de practicar algún deporte, o renunciar a nuestras comidas predilectas, o a dejar de bailar, o irnos de playa, o a las montañas a descansar. No se nos pide nada de eso. Se nos propone en cambio, reinterpretar de la mano del Espíritu Santo la función del cuerpo, y que lo utilicemos como: «el medio a través del cual el Hijo de Dios recobra la cordura.» que utilicemos el cuerpo como un instrumento de sanación, como un instrumento de comunicación de amor y perdón. «El cuerpo es únicamente un medio de comunicación.» (T-8.VII.2:1) y a partir de allí se reinterpreta su uso: «El ego separa mediante el cuerpo. El Espíritu Santo llega a otros a través de él» (T-8.VII.2:3-4)
Utilizamos el cuerpo para sanar nuestras relaciones a través del perdón, hasta convertir las relaciones especiales de amor y odio, en relaciones santas, en relaciones amorosas, en la que ya no vemos a los demás como enemigos sino como hermanos, pues aprendimos a través de la visión de Cristo a ver la perfecta inocencia de nuestros hermanos.
«Si usas el cuerpo para atacar, este se convierte en algo perjudicial para ti. Si lo usas con el solo propósito de llegar hasta las mentes de aquellos que creen ser cuerpos para enseñarles a través del mismo cuerpo que eso no es verdad, entenderás el poder de la mente que reside en ti. Si usas el cuerpo con este fin, y sólo con este fin, no lo podrás usar para atacar. Cuando se usa con el propósito de unir, se convierte en una hermosa lección de comunión, que tiene valor hasta que la comunión se consuma.» (T-8.VII.3:1-4)
El cuerpo está dotado de unos órganos sensoriales diseñados para percibir un mundo externo a nosotros, con lo que nuestro mundo interno, que es nuestro mundo real, queda ocultado o velado por la percepción. De ahí que se nos diga que «Usar los sentidos es no saber. Y la verdad sólo se compone de conocimiento y de nada más.» (L- PII.1:8) el conocimiento no es más que la forma todo abarcante que Dios ve la totalidad de la Creación, el conocimiento es también un atributo del Hijo de Dios, pues fuimos creados a Su semejanza, y cuando nos liberemos del mundo de la percepción regresaremos al mundo del conocimiento, de la omnisciencia.
En resumen, El Curso se desenvuelve en dos niveles de interpretación:
El primero, es el metafísico. Esa es la verdad, Dios y sus atributos, lo que no cumpla con los atributos de Dios, los vamos a considerar irreales, ilusorios o falsos.
El segundo nivel, es una reinterpretación que hace el Espíritu Santo de este mundo, por ejemplo:
Metafísicamente el cuerpo no existe, es ilusorio, no es una creación de Dios, un instrumento de ataque del ego, etc
En el segundo nivel, se reinterpreta. El cuerpo es un medio de comunicación para extender amor, para unir y perdonar
Básicamente todo el Curso de Milagros es una reinterpretación de este mundo. Desde esta perspectiva, Jesús nos sugiere no sólo respecto al cuerpo sino a todas nuestras experiencias, que «Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo, aunque parezca serlo. No cambias de apariencia, aunque si sonríes mucho más a menudo. Tu frente se mantiene serena; tus ojos están tranquilos. Y aquellos que caminan por el mundo como tú lo haces reconocen en ti a uno de los suyos.» (L-155.1:1-4)
Hagamos de este mundo ilusorio un mundo real de amor, paz y felicidad, y ello incluye nuestros cuerpos, hasta el momento que prescindamos de ellos con amor y gratitud, pues cumplieron la función que el amor les asignó en este mundo.
Como creemos vivir en un mundo de cuerpos gobernado por el miedo, pensamos que debemos dedicarnos a cuidar nuestros cuerpos que son vulnerables y pueden ser dañados, por lo tanto, nos sentimos seguros creando defensas o atacando, «Te identificarás con lo que pienses que te ha de dar seguridad. Sea lo que sea, creerás que ello es lo que tú eres.» (PII. 5.5:1-2)
Pero Jesús nos va recordar nuestra verdad ancestral, donde reside nuestra verdadera seguridad:
«Tu seguridad reside en la verdad, no en las mentiras. El amor es tu seguridad. El miedo no existe. Identifícate con el amor, y estarás a salvo. Identifícate con el amor, y estarás en tu morada. Identifícate con el amor, y hallarás tu Ser.» (L-PII.5.5:3-8) Jesús nos dice que nuestra verdadera seguridad radica en la verdad y el amor, y desde el amor, podemos percibir nuestros cuerpos como instrumentos de paz y perdón, e incluso sanarlos.
Todo se reduce a un cambio de percepción, del miedo al amor, del cuerpo al espíritu, que sólo logramos a través del perdón, si lo hacemos habremos cambiado de mentalidad respecto al cuerpo y su finalidad, y en su lugar nos identificaremos con el amor, que es nuestra única realidad.
Bendiciones
💝🙏💝
Oscar Gómez Díez
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