LECCION 271

LECCIÓN 271

«Hoy sólo utilizaré la visión de Cristo.»

Comentada por:
Oscar Gómez Díez

Esta lección es el anverso de la de ayer. Si ayer decíamos que «Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.» Ahora decimos que «Hoy sólo utilizaré la visión de Cristo.» Cuando digo que no  utilizaré los ojos del cuerpo, estoy diciendo que voy  a utilizar la visión de Cristo, la visión del amor. Ayer era la negación de lo que no soy, hoy es la afirmación de lo que soy. Ayer me negaba a  utilizar el ego como el intérprete de mis experiencias, hoy elijo al Espíritu Santo como mi maestro y guía. Así es la dinámica pedagógica del  Curso. Se niega lo que no somos, para afirmar lo que somos. El perdón que nos enseña el Curso utiliza la misma metodología. Primero traemos a nuestra consciencia el error, luego reconocemos que no es verdad, para posteriormente, elegir abandonar el error, y liberarnos del mismo. De esta manera el error es reemplazado por la verdad. La culpa y el miedo es reemplazado por el amor y la paz. De esta manera el perdón niega lo que no somos (ego) para afirmar lo que de verdad somos (amor).

Lo único que tenemos que hacer en todo momento es elegir entre la culpa y el amor. «Cada día, cada hora y cada instante elijo lo que quiero contemplar, los sonidos que quiero oír y los testigos de lo que quiero que sea verdad para mí.»  todo se reduce al propósito de lo que quiero ver, si elijo juicios veré culpables, si elijo amor, veré inocencia y paz. A toda hora estamos tomando decisiones, de nosotros depende que tipo de decisiones tomamos.

«Hoy elijo contemplar lo que Cristo quiere que vea; hoy elijo escuchar la Voz de Dios, así como buscar los testigos de lo que es verdad en la creación de Dios.» Así que hoy, desde que nos levantamos y a lo largo del día, elegimos ver con los ojos de Cristo, escuchar la Voz del Espíritu Santo, y  ver a todos como mis hermanos en lugar de enemigos.

«En la visión de Cristo, el mundo y la creación de Dios se encuentran, y según se unen, toda percepción desaparece.» la visión de Cristo, al perdonar todos mis errores, se convierte en un puente entre este mundo y el Cielo, será un encuentro breve, pues en un mundo perdonado, la percepción será sustituida por el conocimiento, el miedo por el amor, el conflicto por la paz, y el sufrimiento por la felicidad. Después de  eso la percepción y el mundo desaparecen, pues el Cielo ha ocupado su lugar, y la ilusión desaparece ante la verdad, así como la oscuridad desparece ante la luz.

«La dulce visión de Cristo redime al mundo de la muerte, pues todo aquello sobre lo que Su mirada se posa no puede sino vivir y recordar al Padre y al Hijo: la unión entre Creador y creación.» La visión de Cristo, solo ve nuestra condición inmortal y amorosa, no ve nuestros miedos a la muerte, por lo que renacemos al amor. La visión de Cristo nos recuerda quienes somos y nos conduce de regreso a nuestro Padre.

ORACION DEL DÍA:

«Padre, la visión de Cristo es el camino que me conduce a Ti. Lo que Él contempla restaura Tu recuerdo en mí. Y eso es lo que elijo contemplar hoy.»

Con el perdón desarrollamos la visión de Cristo, y a partir de  ahí, la visión de Cristo se convierte en nuestro camino de regreso, a partir de ahí todo lo contemplamos con paz y amor, y la luz que vamos emanando iluminará el camino de regreso a casa, en esos momentos poderosos acompañantes nos guiarán, pues el Amor nunca se olvida del amor.

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado «6. ¿Qué es el Cristo?» Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

«Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo.» (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
Bendiciones


Oscar Gómez Díez

https://oscargomezdiez.com/

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