
LECCIÓN 276
«Se me ha dado la Palabra de Dios para que la comparta.»
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
El Curso de Milagros se desenvuelve en un mundo ilusorio de formas y símbolos que no existen en el estado del Cielo. Así que el Espíritu Santo utiliza las formas y símbolos del mundo para ser inteligible, para que podamos comprender el mensaje del Cielo, pero reinterpretadas desde el amor y el perdón.
Ese es el caso de las palabras. ¿Usa realmente Dios palabras? La respuesta es no. Para ello necesitaría tener un cuerpo, con cuerdas vocales, para poder emitir sonidos, que fueran entendibles como palabras. Y ya sabemos que Dios es amorfo. Y si fuera posible que Dios se comunicará con palabras, sería un método muy limitado de comunicación.
Hace un tiempo escribí un texto titulado «El fin de las palabras» allí decía:
«En este mundo las palabras son juicios que hacemos respecto a lo que vemos y experimentamos. El Espíritu Santo nos enseña a reinterpretarlas desde el amor, renunciando a todo juicio a través del perdón. Por eso, mientras utilicemos las palabras como juicios, será necesario su uso como medio de comunicación «Son muchos a los que aún es necesario acercarse por medio de palabras, ya que todavía son incapaces de oír en silencio» (M-21.4:3) en otras palabras, el silencio es nuestra forma natural de comunicarnos con Dios, mientras aprendamos a recordar nuestra comunicación original en el Cielo, necesitaremos apoyarnos en las palabras.» ( El fin de las palabras. Oscar Gómez Díez)
«Dios no entiende de palabras, pues fueron hechas por mentes separadas para mantenerlas en la ilusión de la separación» (M-21.1:7) Tras la separación, creamos cuerpos individuales, que para comunicarse requerían de instrumentos físicos como la voz, teníamos que asignarle un significado común a los objetos y seres del mundo externo que veíamos para podernos entender: surgen las palabras. Las palabras son los símbolos de comunicación en este mundo, no en el estado del Cielo. El Amor al ser real no requiere de símbolos.» ( El fin de las palabras. Oscar Gómez Díez)
Entonces surge la pregunta, ¿porque Un Curso de Milagros utiliza el término «La palabra de Dios»?
En muchas tradiciones religiosas, incluido el cristianismo, presentan los textos de su teología como «La palabra de Dios». El Curso utiliza un lenguaje cristiano, pero es explicito en manifestar que las palabras «no son más que símbolos de símbolos. Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad.» (M-21.1:9-10)
Recordemos que en este mundo las palabras son símbolos para representar algo al que le hemos asignado un significado, pero no son el significado en sí. «Usamos las palabras y tratamos una y otra vez de ir más allá de ellas hasta llegar a su significado, el cual está mucho más allá de su sonido.» (int. 5° repaso.12:4) Comprendiendo que la «palabra de Dios» es un símbolo que refleja el amor de Dios en este mundo, y que es la forma que utiliza el Espíritu Santo para comunicarse con nosotros, veamos el resto de la lección.
«¿Qué dice la Palabra de Dios? «Mi Hijo es tan puro y santo como Yo Mismo.» Este es el mensaje que el Espíritu Santo nos transmite, fuimos creados a semejanza de nuestro Padre, compartimos sus mismos atributos, y por lo tanto, somos tan puros e impecables como Él. Este es el principal mensaje del principio de la Expiación, nada ha cambiado en el Cielo por nuestro sueño de separación. Cuando despertemos de este, nos daremos cuenta de ello, no hay que temer ningún castigo divino, pues el Amor no sabe de condenas ni castigos.
«Aceptemos Su Paternidad, y todo se nos dará.» aceptar nuestra verdadera identidad como el Hijo de Dios, es un paso fundamental en nuestra sanación, pues la separación no fue más que la negación de nuestro Padre. «Mas si negamos que fuimos creados en Su Amor, estaremos negando nuestro Ser, y así, no tendremos certeza acerca de quiénes somos, Quién es nuestro Padre y cuál es nuestro propósito aquí.»
De ahí que aceptar nuestra verdadera identidad es un paso esencial para recordar a Dios en nuestros corazones. «No obstante, sólo con que reconozcamos a Aquel que nos dio Su Palabra en nuestra creación, Su recuerdo aflorará de nuevo en nuestras mentes y así podremos recordar a nuestro Ser.» La salvación no es más que un recordar del amor de Dios en nosotros. Pero no es un recuerdo intelectual, es un recordar como vivencia, como experiencia que trasciende las formas y símbolos de este mundo, y que tanto los símbolos, como las palabras, no alcanzan a describir.
ORACION DEL DÍA:
«Padre, he hecho mía Tu Palabra. Y es ésta la que les quiero compartir a todos mis hermanos, quienes me fueron confiados para que los amara como si fuesen míos, tal como yo soy amado, bendecido y salvado por Ti.»
En este mundo podemos usar las palabras para unir, expresar y compartir amor y perdón. Y de las palabras vamos pasando a una práctica de vida, donde el ejemplo, la presencia y la sonrisa de nuestro corazón van sustituyendo a las palabras.
Usamos la palabra para despertar, en un aprendizaje en que nos vamos desprendiendo de las palabras, y vamos entrando cada vez más en la quietud y el silencio. Y de la contemplación de nuestra quietud y silencio va emergiendo la luz de nuestro amor que nos conecta con la totalidad de lo que somos. Estamos llegando. Gracias Padre!
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado «6. ¿Qué es el Cristo?» Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
«Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo.» (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
Bendiciones
💝🙏💝
Oscar Gómez Díez
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