
Octavo tema especial
8. ¿QUÉ ES EL MUNDO REAL?
Tema comentado por:
Oscar Gómez Díez
Recordemos que Un Curso de Milagros está escrito en lenguaje cristiano. Así que el Curso utiliza temas y conceptos del Cristianismo, que son reinterpretados o revalidados según sea el caso. Temas como los milagros, el perdón, la Expiación, el Hijo de Dios, el Cristo, la resurrección, el Espíritu Santo, la culpa, etc. Igualmente el Curso utiliza términos de la psicología o de la filosofía, como percepción, proyección, o de la filosofía y de la lógica, como el discernimiento, la razón, los silogismos.
El Curso no introduce muchos conceptos nuevos, pues la mayoría de los conceptos que él Curso utiliza son reinterpretaciones de la tradición cristiana, de la psicología y de la filosofía, con algunas excepciones, como es el caso del concepto «mundo real», con lo que nos surge la pregunta: ¿conque propósito el Curso crea la categoría el «mundo real»? Trataremos de dar respuesta a esta inquietud.
DEFINICIONES DE MUNDO:
Definiciones de mundo hay muchas, sólo vamos a mencionar dos que nos son bien comunes, la que definen nuestros diccionarios y la que se define en el cristianismo.
EL MUNDO SEGÚN EL MUNDO:
El mundo es: » el espacio y los fenómenos que nos son accesibles por los sentidos, la experiencia o la razón.»
EL MUNDO SEGÚN LA TEOLOGÍA CRISTIANA:
«El mundo es para el Catecismo de la Iglesia católica uno de los tres «enemigos del alma»: mundo, demonio y carne. Esta conceptualización negativa del mundo contrasta con el concepto grecolatino positivo de mundus ‘todo ordenado, organizado, limpio’. Para la concepción teológica judeocristiana el mundo representa lo «material» o la esfera de la «vida profana», como lo opuesto a lo celestial, espiritual, trascendental o sacro. Así, los monjes y monjas de clausura que se encierran en los monasterios renuncian al «mundo». El «fin del mundo» se refiere a los escenarios de la culminación de la historia humana, a menudo en contextos religiosos.» Wikipedia.
EL MUNDO SEGÚN UN CURSO DE MILAGROS:
El Curso define este mundo como ilusorio, como irreal o falso, como una creación falsa del Hijo de Dios que se cree separado de su Padre. Esta definición presupone un mundo que es real, que sería la antípoda de este mundo de conflictos y sufrimientos.
Este mundo ilusorio el Curso lo define como aquel que nos inventamos para huir del amor, para hacer real la creencia en la separación. Es el mundo de la percepción, de las interpretaciones y juicios que hacemos de nuestras experiencias. Es el escenario en el que proyectamos nuestras culpas, juicios y condenas. Es el telón en el que se desenvuelve el drama humano con todos sus conflictos, enfermedades, sufrimientos, carencias y ataques. Es el infierno que nos inventamos, pero que se lo adjudicamos a Dios, como castigo por nuestros pecados y ofensas.
EL MUNDO REAL COMO SÍMBOLO:
«El mundo real es un símbolo, como todo lo demás que la percepción ofrece. No obstante, es lo opuesto a lo que tú fabricaste.» (L-PII.8.1:1-2) Lo primero que nos dice es que el mundo real es un símbolo, no es la Realidad, no es el Cielo, también es ilusorio, pues es perceptual, es simbólico, pero «es lo opuesto a lo que tú fabricaste.» Recordemos que la lógica re-interpretativa del Curso se basa en pares de opuestos: miedo-amor, culpa-perdón, conflicto-paz, sufrimiento-felicidad, pecado-error, mundo ilusorio-mundo real. El Curso utiliza los opuestos como parte de su pedagogía, hasta llevarnos a un estado en que no hay opuestos, un estado de no-dualidad, a la total unidad de toda la Creación.
«Ves tu mundo a través de los ojos del miedo, lo cual te trae a la mente los testigos del terror.» (L-PII.8.1:3) vemos y sentimos este mundo con los órganos de la percepción, principalmente los ojos, pero lo que perciben nuestros ojos son los testigos de miedo y ataque que nuestras culpas han proyectado sobre el mundo. El mundo que percibimos es el mundo de nuestros juicios y condenas.
EL MUNDO REAL ES UN ESTADO MENTAL:
«El mundo real sólo lo pueden percibir los ojos que han sido bendecidos por el perdón, los cuales, por consiguiente, ven un mundo donde el terror es imposible y donde no se puede encontrar ningún testigo del miedo.» (L-PII.8.1:4) El mundo real no es una condición física o material, es un estado mental al que llegamos después de perdonar todas nuestras culpas y miedos, que una vez perdonados nos reflejan el amor y la paz. Esa es la visión de Cristo.
LA CONTRAPARTIDA A TODAS LAS ILUSIONES:
«El mundo real te ofrece una contrapartida para cada pensamiento de infelicidad que se ve reflejado en tu mundo, una corrección segura para las escenas de miedo y los clamores de batalla que lo pueblan tu mundo.» (L-PII.8.2:1) Este párrafo nos señala que el mundo real no sólo es lo opuesto al mundo ilusorio, sino la fuente donde emana la «contrapartida para cada pensamiento de infelicidad que se ve reflejado en tu mundo.» desde el mundo real se nos ofrece amor en lugar de miedo, plenitud en lugar de carencia, paz en lugar de conflicto, felicidad en lugar sufrimiento, y así sucesivamente.
EL MUNDO DE LA PAZ:
«El mundo real muestra un mundo que se contempla de otra manera: a través de ojos serenos y de una mente en paz.» (L-PII.8.2:2) Si hemos hecho bien nuestro trabajo de perdón, podremos ver el mundo de otra manera, «a través de ojos serenos y de una mente en paz.» pues el mundo está en nuestra mente, cambiamos nuestra manera de pensar y cambia nuestro mundo.
«Allí sólo hay reposo. No se oyen gritos de dolor o de pesar, pues allí nada está excluido del perdón.» (L-PII.8.2:3-4) En el mundo real sólo hay sosiego y paz, pues todo lo que parecía perturbarnos y preocuparnos ha sido perdonado. En el mundo real sólo contemplamos escenas que «son apacibles, puesto que sólo escenas y sonidos felices pueden llegar hasta la mente que se ha perdonado a sí misma.» (L-PII.8.2:5-6) La consecuencia lógica de poner fin al miedo, el conflicto y el sufrimiento es un estado de paz y felicidad.
EL FIN DE LOS JUICIOS:
Cuando perdonamos dejamos de juzgar, en esas condiciones nos podemos preguntar: «¿Qué necesidad tiene dicha mente de pensamientos de muerte, asesinato o ataque? ¿De qué puede sentirse rodeada sino de seguridad, amor y dicha? ¿Qué podría haber que ella quisiese condenar? ¿Y contra qué querría juzgar?» (L-PII.8.3:1-3) El mundo real pone fin a toda necesidad de juicio, condena y ataque. Estamos totalmente protegidos por la fortaleza del Amor que envuelve todo lo que vemos, ese es nuestro mundo real.
«El mundo que ve emana de una mente que está en paz consigo misma. No ve peligro en nada de lo que contempla, pues es bondadosa, y lo único que ve es bondad.» (L-PII.8.3:4-5) Una mente que ha perdonado, «está en paz consigo misma.» por lo tanto, todo lo contempla desde su paz y su amor, pues sabe que sólo la paz y el amor son reales, son la única verdad, lo demás, solo son ilusiones.
EL MUNDO REAL Y EL DESPERTAR:
«El mundo real es el símbolo de que al sueño de pecado y culpabilidad le ha llegado su fin y de que el Hijo de Dios ha despertado.» (L-PII.8.4:1) Aquí tenemos otra característica importante del mundo real: ser el símbolo de que «al sueño de pecado y culpabilidad le ha llegado su fin» El mundo real es el símbolo de que a este mundo ilusorio le ha llegado su fin. Pues el Hijo de Dios ha despertado del sueño de separación. Nos hemos sanado, nos hemos iluminado, no como resultado de un cambio, sino como resultado de un reconocimiento. El reconocimiento de nuestra condición inmortal de seres de luz y amor.
«Y sus ojos, abiertos ahora, perciben el inequívoco reflejo del Amor de su Padre, la infalible promesa de que ha sido redimido.»(L-PII.8.4:2) «Los ojos abiertos», son la representación de quien ha despertado espiritualmente, de quien se ha iluminado, ahora percibe a través de la visión de Cristo, a través de los ojos del amor, que refleja el Amor eterno de nuestro Padre.
EL MUNDO REAL Y EL FINAL DEL TIEMPO:
«El mundo real representa el final del tiempo, pues cuando se percibe, el tiempo deja de tener objeto.» (L-PII.8.4:3) Cuando juzgamos a un hermano, lo estamos viendo desde el pasado, desde lo que creímos que él era, desde nuestros juicios, desde lo que creímos nos hizo. Cuando me perdono esa falsa percepción, veo a mi hermano desde el presente, tal como él es ahora, como el inocente Hijo de Dios. «A menos que el pasado se haya borrado de mi mente, no podré contemplar el mundo real.» (L-289.1-1) Si sigo anclado en el pasado, viendo culpas o pecados en mis hermanos, no podré ver el mundo real, el mundo perdonado. «Pues en ese caso no estaría contemplando nada, sino viendo lo que no está ahí.» (L-289.1-2) El pasado no existe. Lo que creo ver como pasado, no son más que las imágenes de culpa que proyecté sobre mis hermanos. Al traer el pasado al presente pareciera que lo hago real, pero en realidad estoy viendo algo que no está ahí. Si perdono el pasado y pongo el futuro en Manos de Dios, lo único que queda es el momento presente, el ahora, nuestra ventana hacia la eternidad, en ese momento al tiempo le ha llegado su fin.
«El Espíritu Santo no tiene necesidad del tiempo una vez que éste ha servido el propósito que Él le había asignado.» (L-PII.8.5:1) El Espíritu Santo sabe que el tiempo es ilusorio, como todo en este mundo, pero lo utiliza como un recurso de aprendizaje. Una vez finalizado el aprendizaje, el tiempo desaparece junto con el mundo del que hizo parte.
LA FUNCIÓN DEL PASADO:
EL mundo real no lo podremos contemplar si creemos estar viendo el pasado. El pasado tiene un propósito: ocultar nuestra realidad como perfectos Hijos de Dios. El pasado tiene como propósito ocupar nuestra mente con pensamientos que no existen, pero al aceptarlos en nuestra mente pareciera que son reales. La función del pasado es ocultar la verdad de lo que somos, el pasado extiende un velo oscuro de resentimientos y sufrimiento que nos impide ver la luz de la verdad y el amor. «El propósito del pasado fue precisamente ocultarlo,» (el mundo real) «pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora.» (L – 289.1.4)
EL MUNDO REAL Y EL AHORA:
El mundo real sólo existe en el momento presente, en el ahora, en el instante santo, pues el mundo real «No tiene pasado.» (L 289.1.5) todo es ahora, es la antesala de la eternidad, donde solo existe lo inmutable lo que nunca cambia, como el amor, la dicha, la paz, la plenitud, etc.
LA ANTESALA DEL CIELO:
«Ahora espera un solo instante más para que Dios dé el paso final y el tiempo desaparezca llevándose consigo la percepción y dejando solamente a la verdad para que sea tal como es.» (L-PII.8.5:1-2) Esta es quizás la función más importante del mundo real, la de ser la antesala del Cielo, después de haber perdonado todas las falsas creencias que sustentaban este mundo, solo queda mi mente santa, mi mente amorosa, todo lo contemplo con la visión de Cristo, con la visión del amor. El aprendizaje ha concluido, el mundo ilusorio ha desaparecido, sólo queda un último paso, ingresar al Cielo en los Brazos eternos del Amor. Es el feliz momento en que el Amor se reconoce en el Amor. El mundo real también desaparece pues ya no estaríamos en el mundo de la percepción ilusoria, sino en la antesala del estado del Conocimiento, la visión todo abarcante del Amor. «Ese instante es nuestro objetivo, pues en él yace el recuerdo de Dios.» (L-PII.8.5:3)
EL ÚLTIMO PASO:
«Y según contemplamos un mundo perdonado, Él es Quien nos llama y nos viene a buscar para llevarnos a casa, recordándonos nuestra Identidad, la cual nos ha sido restaurada mediante nuestro perdón.» (L-PII.8.5:4) Hemos regresado a nuestro Hogar. Hemos despertado en el Amor, una sonrisa eterna irradiamos sobre toda la Creación, en un canto de Amor y gratitud a nuestro Padre eterno que nos contempla con su Amor
Este octavo tema especial, introduce el concepto del mundo real, como aquel mundo que contemplaremos después de perdonar nuestras ilusiones. El mundo real es la sustitución del mundo ilusorio, irreal o falso que nos venía enseñando el ego a través de nuestros juicios, condenas, conflictos y ataques. La creación de este concepto era necesario para mostrarnos a donde nos podría conducir las enseñanzas de perdón del Espíritu Santo, al sanar nuestras mentes, necesariamente tendríamos que contemplar otro mundo, el mundo real, el mundo perdonado y feliz, el mundo que acepta ser gobernado por la ley del amor, y que nos lleva a contemplar todo desde el amor.
El mundo real es el final de los sueños de separación, es la antesala de las puertas del Cielo, pero todavía no es el Cielo, de ahí que se le defina como un símbolo y lo que experimentamos allí tampoco es el Amor y la paz del Cielo sino su reflejo. En el mundo real esperamos por un momento, mientras Dios da el último paso y nos acoge en sus amorosos Brazos dándonos la bienvenida por despertar en nuestro Hogar eterno.
Bendiciones
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Oscar Gómez Díez