LECCIÓN 325

LECCIÓN 325


«Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.»

Comentada por:
Oscar Gómez Díez

Esta lección expone lo que podríamos definir como la teoría del conocimiento del Curso de Milagros. Todo lo que creo ver no es más que la proyección de mis pensamientos. Lo que veo afuera no son mas que los reflejos de mis propios pensamientos. Todo está en mi mente. Mi mente es la causa, lo que veo es el efecto. El ego, que es nuestra forma invertida de percibir, nos hace creer que la causa de lo que nos sucede está en el mundo, y no en mi mente. De ahí que nos enfrascamos en resolver los problemas del mundo, ignorando las causas, e involucrándonos en conflictos de toda índole. De esta manera quedamos aprisionados por las interpretaciones de nuestra falsa percepción, y negamos la causa, no asumimos la responsabilidad por nuestros pensamientos, evadimos sanar nuestra mente a través del perdón, y hacemos real la separación, tanto con nuestros hermanos como con Dios.

«Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero.» Si reconocemos que los miedos, culpas y conflictos que experimentamos se originan en nuestra mente, hemos dado un paso fundamental en nuestra sanación. Mis deseos se originan en la creencia de ser carente e incompleto, por lo que construyo unas imágenes que supuestamente me proveerán de la plenitud perdida, que me salven de la culpa y el miedo, sin darme cuenta que estoy metido en una espiral que refuerza mis carencias y mis miedos.   «A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo.» A partir de un deseo la mente genera un movimiento interno, en pos de lo que quiere, o considera que necesita, al que cree tener  derecho o considera suyo. Primero hacemos una construcción mental, y luego, «Estas imágenes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consideran reales y se defienden como algo propio de uno.» mi yo individual, mi cuerpo, se identifica con las imágenes que he proyectado, las hago reales en mi mente, y lucho por ellas en un escenario que considero  externo a mi, al que llamamos el mundo. No veo al mundo como la pantalla sobre el que proyecto mis pensamientos, ni como el espejo de mi mente, por el contrario, lo considero un factor externo a mi, que parece atacarme o negarme lo que deseo. Entablo un conflicto con el mundo sin darme cuenta que el conflicto es conmigo mismo. «De deseos dementes nace un mundo demente, y de juicios, un mundo condenado.» si lo que proyecté fueron culpas y miedos, lo que voy a percibir son juicios, condenas y ataques, el menú de mis conflictos ha quedado servido.

Todo va a depender del tipo de pensamientos que proyecte y de si asumo o no la responsabilidad sobre mis pensamientos, y de si acojo al Espíritu Santo como mi guía en lugar del ego, el resultado será otro, el mundo que contemplare será muy distinto y sanador, «De pensamientos de perdón, en cambio, surge un mundo apacible y misericordioso para con el santo Hijo de Dios, cuyo propósito es ofrecerle un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada, y donde él puede ayudar a sus hermanos a seguir adelante con él y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios.» ese mundo apacible y misericordioso que logramos con el perdón, es lo que el Curso llama el mundo real, un mundo sanado, en la que nuestras mentes han restablecido su verdad y amor, y nos situamos en la antesala del Cielo, prestos a encontrarnos con nuestro Padre.

ORACIÓN DEL DÍA:

«Padre nuestro, Tus ideas reflejan la verdad, mientras que las mías separadas de las Tuyas, tan sólo dan lugar a sueños. Déjame contemplar lo que sólo las Tuyas reflejan, pues son ellas las únicas que establecen la verdad.»

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado «11. ¿Qué es la Creación?» Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

«Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo.» (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
Bendiciones

Oscar Gómez Díez

https://oscargomezdiez.com/

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