
AQUIETA LA MENTE
Todo trabajo interior implica aquietar el cuerpo y la mente.
Aquieta la mente de la turbulencia de pensamientos que impiden el paso de la tranquila transparencia de nuestra luz interior.
Un cuerpo en movimiento implica una mente en movimiento. Es como un mar turbulento de pensamientos en permanente conflicto.
Sólo cuando se aquietan las aguas de las emociones, podemos observar las profundidades a través de la transparencia de nuestra propia luz.
Sólo a través de la quietud y el silencio podemos contemplarnos y reconocernos.
La quietud corporal es un paso pero no suficiente.
El cuerpo se puede aquietar, pero nuestra mente puede seguir siendo un torbellino de pensamientos que nos inquietan y perturban.
De la quietud corporal debemos pasar a la quietud mental.
Para lograrlo debemos sanar primero todo miedo o conflicto que nos quitan la paz.
Debemos aprender a contemplar nuestros pensamientos y emociones con distancia y desapego, como un observador neutral, sin involucrarnos con nuestra película mental y dejarlos ir, soltarlos, abandonarlos.
Invoquemos la ayuda de nuestra divinidad interior, entreguémosle todo aquello que nos perturba.
Tras todo pensamiento conflictivo, está aquello que es significativo y eterno en ti. Déjalo emerger.
Cuando logras aquietar el cuerpo y la mente, sobreviene un silencio gozoso.
Desde las profundidades de tu consciencia escucharás una Voz que te habla, es dulce, apacible y amorosa,
Es tu Ser que salió al encuentro del ser que se creyó extraviado en un mundo de conflictos y miedos. Te has encontrado.
Oscar Gómez Díez