LECCIÓN 38

LECCIÓN 38

«No hay nada que mi santidad no pueda hacer.»

Comentada por:
Oscar Gómez Díez

Este ciclo de ejercicios centrados en el tema de nuestra santidad, nos ubican desde la perspectiva más metafísica del Curso, de lo que somos realmente: los perfectos Hijos de Dios, santos, impecables, inocentes, plenos, disponiendo y disfrutando del poder del Padre.

Desde esta perspectiva todo es posible, pues no hay nada que se interponga al poder de Dios. Fuimos creados a Su semejanza y gozamos de Sus mismos atributos. Ser santo quiere decir libre de toda culpa, es ser impecable, absolutamente inocente y amoroso.

A muchos nos cuesta creernos que somos santos y que desde la santidad todo se puede lograr. Pensamos que esto no lo podemos lograr en este mundo, pues fue creado precisamente  para negar nuestra santidad, para negar el amor. Más sin embargo, Jesús nos dice que «Tu santidad invierte todas las leyes del mundo. Está más allá de cualquier restricción de tiempo, espacio, distancia, así como de cualquier clase de límite. El poder de tu santidad es ilimitado porque te establece a ti como Hijo de Dios, en unión con la Mente de su Creador.» si somos el Hijo de Dios no podemos estar regidos por las leyes de este mundo. Estamos más allá del tiempo, el espacio, o cualquier límite que nos podamos imaginar. Desde nuestra santidad se invierten las leyes de este mundo, precisamente porque desde el estado del Cielo, las leyes de este mundo no pueden operar, ni el tiempo, ni la distancia pueden limitar nuestra santidad, pues todo es eterno e infinito; tampoco existe la enfermedad ni la muerte; como tampoco existen los problemas y los conflictos, pues todo es paz y armonía. Ha desaparecido el sufrimiento y el dolor, pues todo es dicha y felicidad. En otras palabras, cuando asumo y reconozco mi santidad el mundo desaparece para dar lugar al mundo real, al estado del Cielo. Algunos dirán que esto solo lo lograré cuando muera, pero la muerte también es una ilusión de este mundo, es la negación del amor, es la negación de la eternidad.

El Curso no se está dirigiendo a nuestros cuerpos ni al mundo que percibimos, el Curso se está dirigiendo a nuestras mentes, y nos está recordando que somos ilimitados y eternos pues así fue como Dios nos creó. Y desde lo que somos realmente todo lo podemos resolver, pues somos uno con Dios y uno con Todo. Desde ese estado somos UNO.

De ahí que «Mediante tu santidad el poder de Dios se pone de manifiesto. Mediante tu santidad el poder de Dios se vuelve accesible. Y no hay nada que el poder de Dios no pueda hacer.» somos parte de Dios, y pensamos desde la Mente de Dios, y por lo tanto, no hay nada que no podamos hacer.

«Tu santidad, por lo tanto, puede eliminar todo dolor, acabar con todo pesar y resolver todo problema. Puede hacer eso en conexión contigo o con cualquier otra persona. Tiene el mismo poder para ayudar a cualquiera porque su poder para salvar a cualquiera es el mismo.» Desde nuestra santidad todo es posible, pues desde la santidad nada es imposible. Desde nuestra santidad podemos sanar nuestra mente y resolver todo aparente problema.

«Si tú eres santo, también lo es todo lo que Dios creó. Tú eres santo porque todas las cosas que Él creó son santas. Y todas las cosas que Él creó son santas porque tú eres santo.» Aquí se recurre a una argumentación  lógica para reiterar porque debemos ser santos, porque no hay otra posibilidad a ser santos. Pero desde la perspectiva de este mundo nos preguntamos cómo podemos ser santos cuando creemos vivir en el pecado, el conflicto, el dolor, el miedo y los problemas?  Como podemos lograr ser santos en este mundo?  La respuesta es aceptando la Expiación para sí mismo, aceptando la corrección de mis errores de percepción por parte del Espíritu Santo, perdonando mis falsas creencias en la culpa, el miedo, el ataque o las carencias. Tras  perdonar solo queda lo real, la verdad que somos: el Amor, la inocencia, la santidad que todo lo puede, la unidad indestructible con mi Creador.

PRÁCTICA:

«En los ejercicios de hoy vamos a aplicar el poder de tu santidad a cualquier clase de problema, dificultad o sufrimiento que te venga a la mente tanto si tiene que ver contigo como con otro.  No haremos distinciones porque no hay distinciones.»

Cuatro sesiones largas de cinco minutos cada una. Una en la mañana y la otra en la noche, y distribuye las otras dos durante el día.
Repite la idea de hoy, con los ojos cerrados:

«No hay nada que mi santidad no pueda hacer.»

«y luego escudriña tu mente en busca de cualquier sensación de pérdida o de cualquier clase de infelicidad tal como la percibas. Trata, en la medida de lo posible, de no hacer distinciones entre las situaciones que son difíciles para ti y las que son difíciles para otro. Identifica la situación específicamente, así como el nombre de la persona en cuestión.  Usa el siguiente modelo al aplicar la idea de hoy:»

«En esta situación con respecto a _____ en la que me veo envuelto, no hay nada que mi santidad no pueda hacer.»

«En esta situación con respecto a _____ en la que se ve envuelto, no hay nada que mi santidad no pueda hacer.»

También puedes practicar con esta variante que a mi me encanta, pues me recuerda de donde proviene el poder de mi santidad:

«No hay nada que mi santidad no pueda hacer porque el poder de Dios reside en ella.»

REPETICIONES FRECUENTES:

«En las aplicaciones cortas y más frecuentes, aplica la idea en su forma original, a no ser que surja o te venga a la mente algún problema en particular que tenga que ver contigo o con otra persona. En ese caso, usa la forma más específica.»

Recordemos que estamos invirtiendo nuestra forma de pensar en este mundo, pues no es posible ver dos mundos a la vez, o vemos miedo y culpa, o vemos amor y paz. La elección debe ser obvia. «El propósito de los ejercicios de hoy es comenzar a inculcarte la sensación de que tienes dominio sobre todas las cosas por ser quien eres.» Cuando reconocemos nuestro poder, podemos hacer uso de él.  Las cosas de este mundo no tienen dominio sobre nosotros, pues las inventamos, las fabricamos, y desde nuestra santidad, desde el amor podemos tener dominio sobre todas las cosas. Nuestro poder es ilimitado por razón de nuestro origen.

Este mundo no se mejora ni se cambia pues es el reflejo de mis pensamientos de separación, este mundo se trasciende al cambiar mi mentalidad, al sanar  y despejar todos los obstáculos que me impiden experimentar el Amor.   La santidad es lo único real en mi. Hoy  reconozco mi santidad, hoy la asumo, hoy me identifico con mi realidad eterna, hoy ejerzo el poder de mi santidad al  reconocer  que soy Amor y nada más que Amor.

Oscar Gómez Díez

https://www.facebook.com/travesiainterior/

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