
LECCIÓN 47
«Dios es la Fortaleza en la que confío.»
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
«Confiando en ti mismo no es la manera de adquirir confianza. Mas la Fortaleza de Dios en ti tiene éxito en todo.»
Cuando hablamos de fortaleza, estamos pensando en algo o alguien que sea lo suficientemente fuerte y solido que nos proteja frente a alguna eventual amenaza. Cuando pensamos en una fortaleza, estamos reconociendo que somos débiles o vulnerables.
En la tradición judeo cristiana Dios es equivalente a fortaleza y confianza, al cual se recurre en momentos difíciles, invocando Su protección y fuerza para enfrentar las adversidades que experimentamos en este mundo. Esta lección nos va explicar en qué consiste la fortaleza de Dios, porque necesitamos de ella y cómo alcanzarla.
Pero también en este mundo se considera la fortaleza como la virtud que tiene una persona para sobrellevar las adversidades, cuando esto se hace al margen de Dios, se considera que está guiado por el ego y será fuente de sufrimiento. «Si sólo confías en tus propias fuerzas, tienes todas las razones del mundo para sentirte aprensivo, ansioso y atemorizado. ¿Qué puedes predecir o controlar? ¿Qué hay en ti con lo que puedas contar» Solos y por nuestra cuenta estamos limitados por nuestra percepción, lo que nos da una mirada muy limitada de cualquier situación, por lo que nuestras decisiones serán erradas pues estarán basadas en el juicio y la condena.
«¿Qué te podría capacitar para ser consciente de todas las facetas de un problema y de resolverlos todos de tal manera que de ello sólo resultase lo bueno? ¿Qué hay en ti que te permita poder reconocer la solución correcta y garantizar su consecución?» Carecemos del conocimiento todo abarcante de la totalidad que caracteriza al espíritu, de ahí que tomamos decisiones basados en nuestras percepciones, finalmente nuestras decisiones sin la guía del Espíritu Santo no resuelven nuestros conflictos.
«Por ti mismo no puedes hacer ninguna de esas cosas. Creer que puedes es poner tu confianza en algo que no es digno de ella, y justificar el miedo, la ansiedad, la depresión, la ira y el pesar.» De esta manera entramos en un círculo vicioso, nuestro sentimiento de debilidad y vulnerabilidad se incrementan, buscamos nuevas defensas y fortalezas. «¿Quién puede depositar su fe en la debilidad y sentirse seguro? Por otra parte, ¿quién puede depositar su fe en la fortaleza y sentirse débil?» En conclusión, cualquier defensa o fortaleza que busquemos en este mundo están condenadas al fracaso. Solo hay una única opción, una verdadera fortaleza: «Dios es tu seguridad en toda circunstancia.”
En este mundo nuestra capacidad de decidir está determinada por el instinto de supervivencia, por nuestros deseos y carencias, y por el aprendizaje y desarrollo de habilidades y competencias. A partir de allí creemos que estamos capacitados para tomar decisiones. Pero nuestras decisiones están basadas realmente en nuestros pensamientos de miedo, culpa, ataque o carencia. Son el resultado de nuestras percepciones limitadas de la realidad. Cómo carecemos de la visión de totalidad del amor, nuestras decisiones son tan conflictivas que nos generan más miedo e incertidumbre.
Cuando invocas la fortaleza de Dios, Su Voz, (Espíritu Santo) acude a ti, «Dios es tu seguridad en toda circunstancia. Su Voz habla por Él en toda situación y en todos los aspectos de cada situación, diciéndote exactamente qué es lo que tienes que hacer para invocar Su Fortaleza y Su Protección. En esto no hay excepciones porque en Dios no hay excepciones. Y la Voz que habla por Él piensa como Él.»
En el estado del Cielo dónde todo es paz, armonía y amor, no se percibe amenaza alguna. Entonces donde se necesita una fortaleza?. En este mundo. De que necesitamos protegernos? de nosotros mismos.
Como proyectamos nuestros miedos y culpas, creemos que la amenaza proviene fuera de nosotros. Hemos desarrollado un yo individual, que se cree separado tanto del Padre como de todos nuestros hermanos. Nuestras relaciones se entablan a partir de conflictos basados en nuestras carencias, culpas, miedos y ataques. Es de este mundo amenazante que creemos necesitar defendernos. Pero en realidad nuestra única y mayor amenaza proviene de nuestra mente falsa. «Hoy trataremos de llegar más allá de tu debilidad hasta la Fuente de la verdadera Fortaleza.»
PRACTICA:
Cuatro sesiones de práctica de 5 minutos cada una. Nótese qué se aumentan las sesiones de práctica, lo que nos exige una mayor planeación y disciplina. Incluso se nos siguiere que hagamos más prácticas y dediquemos más tiempo.
«Cierra los ojos y comienza como de costumbre repitiendo la idea de hoy.»
«Dios es la fortaleza en la que confío.»
«Luego dedica un minuto o dos a buscar situaciones en tu vida que hayas revestido de temor, y desecha cada una de ellas diciéndote a ti mismo:»
«Dios es la Fortaleza en la que confío.»
«Trata ahora de deslizarte más allá de todas las preocupaciones relacionadas con tu propia sensación de insuficiencia. Es obvio que cualquier situación que te causa inquietud está asociada con sentimientos de insuficiencia, pues, de lo contrario, creerías que puedes lidiar con la situación con éxito.»
LOS PASOS DE LA DEBILIDAD A LA FORTALEZA:
Cómo en todo proceso de perdón, identificar las causas de nuestro sufrimiento, es un paso importante pero no suficiente, se requiere otro paso muy importante, elegir abandonar todos aquellos pensamientos de conflicto y dolor, hay que soltarlos. En la lección 23, se nos dice que realizados los dos primeros pasos, (identificar y soltar) el tercero, (reemplazar los pensamientos no amorosos por pensamientos amorosos) se hace automáticamente.
Realizados estos pasos que son muy importantes, requerimos de un siguiente paso, es entregarle al Espíritu Santo los pensamientos no amorosos para que los deshaga por nosotros, o de lo contrario, permanecerán en nuestras mentes.
Pero en esta lección nos está sugiriendo un paso adicional. Debemos abrazar el amor y la verdad para que su luz ilumine nuestras mentes. Debemos ir a Dios, ese es propósito final del perdón, de los milagros y de la Expiación, debemos llegar hasta el lugar en nuestro interior donde mora la Fortaleza de Dios.
Para ello se requieren dos pasos:
1. Reconocer nuestros miedos y debilidades y desecharlos apoyándonos en el Amor de Dios a través del Espíritu Santo.
Una vez que nos liberemos del miedo viene el segundo paso:
2. Sumérgete en lo más profundo de ti hasta llegar donde mora el Amor de Dios en ti.
Veamos estos dos pasos con más detalle:
1 paso.
«Cierra los ojos y comienza como de costumbre repitiendo la idea de hoy.»
«dedica un minuto o dos a buscar situaciones en tu vida que hayas revestido de temor, y desecha cada una de ellas diciéndote a ti mismo:»
«Dios es la fortaleza en la que confío.»
Este primer paso es importante, (identificamos nuestros miedos y los desechamos), pero no es suficiente, es la mitad de la tarea, pero no es la tarea completa:
«Reconocer tu propia debilidad es un paso necesario para la corrección de tus errores, pero no es suficiente para darte la confianza que necesitas, y a la que tienes derecho.» Ahora estás preparado para el segundo paso.
2 paso.
«En la última fase de cada sesión de práctica, trata de llegar muy hondo dentro de tu mente a un lugar de verdadera seguridad. Reconocerás que has llegado cuando sientas una profunda sensación de paz, por muy breve que sea. Despréndete de todas las trivialidades que bullen y burbujean en la superficie de tu mente, y sumérgete por debajo de ellas hasta llegar al Reino de los Cielos.» La Fortaleza nos guiara y nos llevará a un puerto seguro pese a la tormenta que creamos estar experimentando. Esa fortaleza invulnerable es Dios, y podemos acceder a Él, está en nuestro interior, dónde jamás hemos perdido la conexión con Él:
«Hay un lugar en ti donde hay perfecta paz. Hay un lugar en ti en el que nada es imposible. Hay un lugar en ti donde mora la Fortaleza de Dios.»
Perdonamos no sólo para liberarnos de nuestros sufrimientos, y sanar nuestras mentes y cuerpos, sino que perdónanos sobre todo para un propósito mayor: llegar a Dios.
REPETICIONES FRECUENTES:
«Repite la idea frecuentemente en el transcurso del día.»
RESPUESTA A LA TENTACION:
«Úsala como respuesta a cualquier cosa que te perturbe.»
EL DERECHO A LA PAZ:
«Recuerda que tienes derecho a la paz porque estás depositando tu confianza en la fortaleza de Dios.»
Este ejercicio nos permitirá pasar de las endebles fortalezas de este mundo, que no pueden brindarnos una paz y tranquilidad estable, a la verdadera fortaleza, la única que nos protegerá de nuestros miedos e incertidumbres, pues ha sanado nuestras mentes, y las abriga en el único lugar donde el miedo y el ataque no tienen cabida: en el corazón de Dios.
Oscar Gómez Díez
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