
LECCIÓN 48
«No hay nada que temer.»
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
La idea de hoy es una consecuencia lógica de la de ayer.
Si hemos trabajado en deshacer nuestros miedos con la afirmación «Dios es la fortaleza en la que confío» (L47) y nos hemos sumergido en lo profundo de nuestra consciencia para tener contacto con nuestra divinidad interior, dónde todo es luz y amor, dónde todo es paz y serenidad interior, entonces no hay nada que temer.
Allí donde no se percibe ninguna amenaza, necesariamente tenemos que celebrar y constatar que: «No hay nada que temer.»
HECHO VS ILUSIÓN:
«La idea de hoy afirma simplemente un hecho.» No hay nada que temer es un hecho. Un Curso de Milagros utiliza con mucha frecuencia la palabra «hecho» para referirse a la verdad en su dimensión metafísica, parecido como la asume la ciencia, como algo que puede ser verificado objetivamente. La diferencia con la ciencia es que sus verdades son temporales, un nuevo descubrimiento invalida lo que conocíamos como verdad durante una época.
La palabra hecho se utiliza en el Curso para afirmar la verdad, a Dios o Sus atributos. “Dios no es algo simbólico; Dios es un Hecho.” (T-3.I.8:2).
Otras de las tantas referencias al concepto de hecho, en el Texto, podemos citar las siguientes:
«El mundo de la percepción, por otra parte, es el mundo del tiempo, de los cambios, de los comienzos y de los finales. Se basa en interpretaciones, no en hechos.» Prefacio pag XIII
«el ego es solamente una idea y no un hecho.» (T-4.II:6)
En el estado del Cielo donde rige el Amor perfecto no existe el temor o el miedo, por lo tanto, «No hay nada que temer» es un hecho.
Pero en este mundo, «No es un hecho para los que creen en ilusiones, mas las ilusiones no son hechos. En realidad no hay nada que temer. Esto es algo muy fácil de reconocer. Pero a los que quieren que las ilusiones sean verdad les es muy difícil reconocerlo.»
Para el Curso la única verdad es Dios y Su Reino, lo demás no existe, el miedo no es verdadero, es solo una ilusión, por lo tanto, no es real. No es un hecho, el único hecho es Dios. De ahí que: «La idea de hoy afirma simplemente un hecho.» la verdad es que estamos resguardados en Dios, ese es nuestro único hecho, lo demás son percepciones falsas de nuestra mente errada.
Más sin embargo, nuestro ego se resiste. «No es un hecho para los que creen en ilusiones, mas las ilusiones no son hechos. En realidad no hay nada que temer.»
Si solo reconocemos a Dios como nuestra única realidad, el ego tiene que desaparecer necesariamente de la escena, pues el amor ha substituido al miedo, la luz a la oscuridad. «Esto es algo muy fácil de reconocer. Pero a los que quieren que las ilusiones sean verdad les es muy difícil reconocerlo.» Para una mente que ha elegido el amor y el perdón, esto es muy fácil de reconocer. Para una mente que ha elegido al ego y al miedo, esto es difícil de creer, pues sus creencias darán testimonio de su fe en el ego. «La presencia del miedo es señal inequívoca de que estás confiando en tu propia fortaleza.» Si todavía persiste el miedo, es que sigues confiando en tu ego, sigues confiando en la «fortaleza» de tu «yo» individual. El miedo será inevitable. Te sentirás débil y vulnerable.
Contrariamente «La conciencia de que no hay nada que temer indica que en algún lugar de tu mente, aunque no necesariamente en un lugar que puedas reconocer, has recordado a Dios y has dejado que Su fortaleza ocupe el lugar de tu debilidad.» Si has practicado conscientemente los 47 ejercicios previos, y en particular los últimos dedicados a las bienaventuranzas, tendrás que haber logrado, aunque sea en parte, comenzar a deshacer el miedo y a fortalecer tu confianza en Dios y en el Espíritu Santo.
Esto es un tema de decisión, o eliges al ego o eliges al Espíritu Santo. Eliges el miedo o eliges el amor. Si has elegido la fortaleza de Dios: «En el instante en que estés dispuesto a hacer eso, ciertamente no habrá nada que temer.»
La enseñanza del Curso se mueve en contrastes absolutos y excluyentes. No puedes escoger un poquito de ego y un poquito de Dios. «La nada y el todo no pueden coexistir. Creer en uno es negar el otro. El miedo no es nada realmente y el amor lo es todo. Siempre que la luz irrumpe en la oscuridad, la oscuridad desaparece.» (T-2.VII.5:1-4). Así que si elegimos el amor, si elegimos el perdón y los milagros, el miedo y la oscuridad desaparecen, y por ello, podemos decir con la certeza de nuestra paz:
«No hay nada que temer.»
PRACTICA:
La práctica de hoy no requiere varios minutos de meditación, como las anteriores, pero si una repetición constante de un hecho que ha irrumpido en nuestra vida, la certeza de que
«No hay nada que temer.»
Las instrucciones son sencillas: «Las sesiones de práctica de hoy serán muy cortas, muy simples y muy frecuentes. Repite sencillamente la idea tan a menudo como puedas. Puedes hacerlo con los ojos abiertos en cualquier momento o situación. Recomendamos enérgicamente, no obstante, que siempre que puedas cierres los ojos durante aproximadamente un minuto y repitas la idea lentamente para tus adentros varias veces.» Al repetir constantemente la idea de hoy te estás recordando que has tomado la decisión más importante de tu vida, que has elegido la fortaleza de Dios en lugar del miedo, la ira o el ataque. Has elegido el amor, y vas a recorrer el sendero que su luz nos señala.
RESPUESTA A LA TENTACION:
«Es especialmente importante también que la uses de inmediato si observas que algo perturba tu paz mental.» a lo largo del día se te pueden presentar situaciones o circunstancias que puedan intentar afectar tu paz, en esos momentos te recuerdas que:
«No hay nada que temer.»
pues te has decidido por el amor, que moras en la fortaleza del amor y que su deslumbrante luz desvanece cualquier oscura nube que pretenda ensombrecer tu paz y tú dicha. El Amor ilumina el día de quienes eligieron su luz.
Oscar Gómez Díez
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