
LECCIÓN 58
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Este repaso que va de las lecciones 36 a 40 tienen como tema central la santidad, que es lo mismo que decir inocencia e impecabilidad.
Mi santidad es mi naturaleza que es semejante a la de Dios, pues así lo dispuso Él al crearme. La santidad es lo opuesto al ego, a sus pecados, miedos, culpas, ataques, carencias y enfermedades. Mi santidad es la bendición eterna que Dios me ha dado. Reconocer mi santidad es un paso enorme en nuestra salvación. Intelectualmente podemos llegar a aceptarla, pero la verdad es que no lo creemos. Nos sentimos culpables, pecadores e impuros. La culpa sigue modulando nuestra consciencia.
«1.(36) Mi santidad envuelve todo lo que veo.»
«De mi santidad procede la percepción del mundo real.» vemos lo que pensamos. Cuando vemos con el ego, vemos el mundo ilusorio de separación y miedo. Cuando veo desde mi santidad, veo un mundo sanado, perdonado, veo inocencia y amor. Ese es el mundo real del que nos habla el Curso. Y ese mundo real lo puedo percibir después de haber perdonado. «Habiendo perdonado, ya no me considero culpable.» solo el perdón me libera de la culpa y de la creencia en el castigo. «Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mí mismo.» Mientras me sienta culpable sólo veré un mundo de castigos y ataques. Pero si me he perdonado, aceptaré mi inocencia que es mi estado natural. «Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, sólo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo.» cuando logro la comprensión de mi naturaleza divina, solo veré santidad en todo, pues es un reflejo de mis pensamientos inocentes y amorosos.
«los ojos del entendimiento» es otra manera de referirse a la visión.
» 2.(37) Mi santidad bendice al mundo.»
«La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí.» somos una sola mente, si solo percibo santidad, veré la santidad en todo lo que contemple, esa bendición la extiendo a todo el mundo, a todos mis hermanos.
«Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda.» cuando he perdonado, y me siento libre de culpa, la dicha inunda mi ser, y ese gozo lo comparto con todos mis hermanos. La felicidad es un atributo del Amor, y es el resultado de recuperar mi inocencia. No hay auténtica felicidad sin inocencia.
«No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad.» Jesús es reiterativo sobre la perfecta igualdad de los Hijos de Dios, si excluyes a alguno, has emitido un juicio, has condenado a un hermano, has hecho real la separación.
El amor, la dicha y la santidad no tienen límites, son todo abarcantes, cobija a toda la Filiación, a todos hermanos. «A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean.» la santidad no se conquista, sólo se reconoce, pues esa es nuestra condición natural como perfectos Hijos de Dios, sólo necesito remover todas las nubes de falsas creencias que mi ego había interpuesto para tratar de ocultar mi santidad.
3.(38) No hay nada que mi santidad no pueda hacer.
Sólo los santos pueden curar, pues su poder es ilimitado, su poder emana de su total identificación con Dios. «El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado.» Cuál es el poder curativo de mi santidad?: el Amor de Dios. Y ese poder es ilimitado, es omnipotente, omnipresente y omnisciente. No puedo dudar de quien Soy.
«¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí?» me tengo que salvar de las falsas creencias que abrigo sobre mi mismo, de mis pensamientos de culpa y miedo. La salvación no es más que un deshacer. Deshacer lo que no soy para que emerja lo que realmente soy. Perdonando lo que no soy «Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que soy.» la luz desvanece la oscuridad, la verdad al error y el amor al miedo.
«En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen.» cuándo reconozco mi santidad, las viejas creencias, los «ídolos de barro» de este mundo se desmoronan. Al unir mi voluntad a la de Dios el ego desaparece.
«4. (39) Mi santidad es mi salvación.»
«Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación.» La culpa original, ese pensamiento, según el cual, he ofendido a Dios, que lo he atacado, y que he sido condenado por ello, tiene como consecuencia lógica «mi merecido castigo.” Pero si el perdón deshace esa falsa creencia, lo único que queda es mi inocencia, mi santidad, me he salvado!!
«Es también reconocer la salvación del mundo.» al salvarme yo, se ha salvado el mundo, pues el mundo no es más que un reflejo de mis pensamientos.
«Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme.» al aceptar mi santidad, al reconocerme uno con Dios, el miedo desaparece completamente, no hay nada que temer.
«Y al no tener miedo, todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo.» Al contemplar a mis hermanos con santidad ellos comprenderán la suya y me la reflejarán. Al no tener mas miedo, comprenderé que mi santidad es el regalo que Dios me dio, no solo a mi sino también al mundo.
«5. (40) Soy bendito por ser un Hijo de Dios.»
«En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. Soy bendito por ser un Hijo de Dios.» El hecho de ser el Hijo de Dios, es la mayor de las bendiciones. Esa y sólo esa bendición me da derecho a disfrutar todos los atributos del Reino: la paz, el amor, la felicidad, la plenitud, la abundancia, la belleza, la armonía, etc. Y eso es así porque «Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios.» es la voluntad de Dios, no la mía, la que determinó lo que soy.
«Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor.» ya que al ser santo e inocente estoy libre de toda culpa, por lo tanto, no puedo sufrir dolor alguno, ni sufrir carencia alguna, pues toda la Creación está a mi disposición, pues «Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo.» esta es mi única y verdadera bendición, y esta será así por siempre jamás: «El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. Soy eternamente bendito por ser Su Hijo.» siempre he tenido la bendición de Dios y siempre la tendré, Dios no cambia de opinión, pues Dios nunca ha dudado, todo lo que Su Voluntad decida se hace sobre la certeza del Amor eterno, pues Él es el Amor eterno.
PRACTICA:
Cinco sesiones de práctica. Lea cada vez la lección completa, incluyendo los comentarios y haz el ejercicio de cada una de las cinco lecciones de repaso por 2 minutos como mínimo. Igualmente haga repeticiones frecuentes de las ideas del día.
“Mi santidad envuelve todo lo que veo”
“Mi santidad bendice al mundo”
“No hay nada que mi santidad no pueda hacer”
“Mi santidad es mi salvación”
“Soy bendito por ser un Hijo de Dios”
Las instrucciones para la práctica de las lecciones de repaso son sencillas, pero deben hacerse con diligencia.
«Dedica dos minutos o más a cada sesión de práctica, pensando en la idea y en los comentarios que le siguen después que los hayas leído. Haz esto tan a menudo como te sea posible durante el día. Si una de las cinco ideas te atrae más que las otras, concéntrate en ella. Sin embargo, asegúrate de repasarlas todas una vez más al final del día.» (primer Repaso in-2:3-6)
La idea es interiorizar cada una de las lecciones, identificar cómo se relacionan, ver su lógica secuencial y la coherencia de su metodología y del sistema de pensamiento que nos propone.
Así que lee detenidamente cada lección, el comentario que la acompaña y practica cada una por lo menos durante 2 minutos. Y recuérdalas y úsalas durante el día. Notarás que hay una mayor comprensión y entendimiento de las lecciones. Cada vez adquieren más sentido para ti a medida que las prácticas.
Oscar Gómez Díez
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