
LECCIÓN 222
«Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él.»
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta y las siguientes lecciones de la segunda parte del libro de ejercicios tienen una particularidad: están diseñadas para ser vividas, para ser experimentadas con fe y devoción, para ser proclamadas como una jubilosa oración, un canto de amor y gratitud a nuestro Padre eterno. La teoría ya la vimos en el libro del texto y en la primera parte del libro de ejercicios, y la seguiremos viendo en los temas especiales, que se nos van a ofrecer cada 10 lecciones. El tema especial que debemos estudiar y reflexionar entre la lección 221 hasta la 230, cuyo tema es «¿Que es el perdón?» y que nos sugieren leerla antes de la lección del día.
«Dios está conmigo. Él es mi Fuente de vida, la vida interior, el aire que respiro, el alimento que me sustenta y el agua que me renueva y me purifica.»
La idea de la práctica de hoy, «Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él.» nos refiere a la Omnipresencia de Dios, y a nuestra indisoluble unicidad con Él. Dios es la única Fuente de vida, y es impensable que exista otra fuente, recordar y aceptar esta verdad eterna es negar la parodia de «vida» que el ego pretendió vendernos. No hay vida sin Amor, pues el Amor es lo único que existe. El Amor lo abarca todo y no hay nada que no esté impregnado por el Amor.
«Él es mi hogar, en el que vivo y me muevo; el Espíritu que dirige todos mis actos, me ofrece Sus Pensamientos y garantiza mi perfecta inmunidad contra todo dolor.» ser uno con Dios, es permitir que Su Espíritu dirija nuestros pasos, que nuestra mente no tenga otros pensamientos que los Suyos, y en medio de esa paz y gozo, no existe peligro alguno, ni miedo que me atormente ni sufrimiento que me amenace. Soy invulnerable como Dios Mismo pues Soy Su Hijo creado a Su semejanza.
«Él me prodiga bondad y cuidado, y contempla con amor al Hijo sobre el que resplandece, el cual a su vez resplandece sobre Él. ¡Qué serenidad la de aquel que conoce la verdad de lo que Él dice hoy!» Vivir en Dios, es contemplar como el Amor se refleja sobre Si Mismo en medio de un gozo infinito y una paz indescriptible.
ORACIÓN:
Pronunciemos con mucho amor y devoción esta hermosa oración y luego nos aquietarnos y en silencio esperemos Su amorosa respuesta:
«Padre, no tenemos en nuestros labios ni en nuestras mentes otras palabras que Tu Nombre, cuando acudimos silenciosamente ante Tu Presencia, pidiendo que se nos conceda poder descansar Contigo por un rato en paz.»
PRACTICA:
Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la oración y si logras memorizarla mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
«Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo.» (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
Bendiciones
Oscar Gómez Díez
https://oscargomezdiez.com/