
LECCIÓN 44
”Dios es la luz en la que veo.”
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta lección es fascinante. Pues nuevamente pone patas arriba todo lo que creíamos conocer del mundo. El protagonista de esta lección es la luz. Pero no sé trata de la luz que percibimos con nuestros ojos, que corresponde a este mundo de opuestos y que no escapa de sus leyes duales, y que se desplaza y manifiesta de forma bipolar, a través de ondas y partículas. La luz de este mundo, tanto la que llamamos natural como artificial, tiene dos polaridades: negativa y positiva, y la velocidad de su desplazamiento es finita, es limitada así nos parezca muy rápida, un poco menos de 300 mil kilómetros por segundo. Esta luz es un pálido reflejo de la luz de Dios de la que nos habla esta lección y sus propiedades trascienden totalmente lo que nosotros percibíamos como luz.
«No puedes ver en la oscuridad, y no puedes fabricar luz. Puedes fabricar oscuridad y luego pensar que ves en ella,» esta afirmación es contundente. Aquí nos está diciendo que hemos fabricado la oscuridad y vivimos en ella y que realmente no vemos, pero creemos que si.
Jesús nos recuerda que eso que creemos ver no es ver en realidad. Así lo intentemos desde nuestros egos «no puedes fabricar luz.» pues la luz es un atributo de Dios. Lo que si hacemos es «fabricar oscuridad y luego pensar que ves en ella,» este mundo que es la negación de Dios y Su Amor, lo que hacemos es fabricar oscuridad y luego creer que vemos. Esto es parecido a lo que describe la alegoría de la caverna de Platón, creemos que este mundo de sombras es la realidad, hemos naturalizado la ilusión.
A renglón seguido nos define que es la verdadera luz: «pero la luz refleja vida, y es, por lo tanto, un aspecto de la creación. La creación y la oscuridad no pueden coexistir, pero la luz y la vida son inseparables, pues no son sino diferentes aspectos de la creación.»
Luego nos dice cuál es la verdadera naturaleza de la luz, dónde se encuentra y cuál es el equipo para poder ver a través de ella: «Para poder ver, tienes que reconocer que la luz se encuentra en tu interior y no afuera.» aquí nos está diciendo que la luz no tiene naturaleza física, que se encuentra en nuestro interior, y por lo tanto, no tiene nada que ver con la luz que percibíamos con nuestros ojos físicos.
«No puedes ver fuera de ti, ni tampoco se encuentra fuera de ti el equipo que necesitas para poder ver.» Creemos que el equipo para ver es el cuerpo y los ojos. El Curso nos dirá que los ojos no ven y el cerebro no piensa, el ver y el pensar son atributos de la mente no del cuerpo.
«Una parte esencial de ese equipo es la luz que hace posible el que puedas ver. Esa luz está siempre contigo, haciendo que la visión sea posible en toda circunstancia.» La luz siempre está con nosotros, pues así nos creó Dios, es nuestra naturaleza, y por ello, la visión es posible. De ahí que no solo no podemos ver fuera de nosotros, y tampoco está afuera el equipo para poder ver sino que ese equipo está dentro de nosotros, y «Una parte esencial de ese equipo es la luz que hace posible el que puedas ver.» o sea, esa luz interior, es parte de nuestro equipamiento para poder ver. Y esa luz siempre está presente en nuestro interior, es el Amor.
Sin Amor jamás podremos ver, pues es el regalo que Dios nos dio, que lo podemos ignorar, como lo hace nuestro ego, pero no lo podemos modificar, pues es inmutable.
Así que el objetivo del ejercicio de hoy es que intentemos «llegar hasta esa luz.» hoy vamos intentar llegar hasta nuestra propia luz interior, que es otra manera de decir, que vamos a intentar llegar hasta Dios.
Nos advierte que el ejercicio no es fácil para una mente sin entrenar. «Dicha forma de ejercicio es especialmente difícil para la mente indisciplinada y representa uno de los objetivos principales del entrenamiento mental. Requiere precisamente lo que le falta a la mente sin entrenar. Con todo, si has de ver, dicho entrenamiento tiene que tener lugar.»
LA IMPORTANCIA DE ENTRENAR NUESTRA MENTE:
Jesús nos vuelve a reiterar de la importancia de entrenar nuestra mente, si queremos llegar a Dios, y nos describe una técnica que en otras tradiciones se conoce como meditación. «La forma de práctica que vamos a utilizar hoy es la más natural y fácil del mundo para la mente entrenada, tal como parece ser la más antinatural y difícil para la mente sin entrenar.» Pero reconoce que ya hemos hecho un recorrido con las 43 lecciones previas. «Tu mente ya no está completamente sin entrenar. Estás bastante listo para aprender la forma de ejercicio que vamos a utilizar hoy, pero es posible que te topes con una gran resistencia.»
Aquí nuevamente un reconocimiento y un obstáculo. Hemos avanzado con los ejercicios, pero la resistencia de nuestro ego puede ser mayor. «La razón es muy simple. Al practicar de esta manera, te desprendes de todo lo que ahora crees y de todos los pensamientos que has inventado. Propiamente dicho, esto constituye tu liberación del infierno. Sin embargo, si se percibe a través de los ojos del ego, es una pérdida de identidad y un descenso al infierno.» Si nos proponemos realizar este viaje hacia nuestra luz interior e intentar llegar hasta Dios, nos tenemos que desprender de todos nuestros juicios, de todas nuestras creencias en un yo individual, lo que sería una liberación del infierno, pues buscaríamos fundirnos con Dios, pero desde la perspectiva del ego, eso sería su disolución, su muerte, y por lo tanto, lo puede considerar su infierno. Ese es el desafío que nos plantea esta lección.
ALÉJATE DEL EGO AUNQUE SEA POR UN MOMENTO:
Jesús es consciente del dilema que experimentamos desde nuestra dualidad, y por eso nos dice que: «Si te puedes apartar del ego, aunque sólo sea un poco, no tendrás dificultad alguna en reconocer que su oposición y sus miedos no significan nada. Tal vez te resulte útil recordarte a ti mismo de vez en cuando, que alcanzar la luz es escapar de la oscuridad, independientemente de lo que creas al contrario. Dios es la luz en la que ves. Estás intentando llegar a Él.» Si nos apartamos aunque sea por un momento de nuestro ego, si dejamos aunque sea por un momento nuestros miedos, quizás lleguemos a experimentar que ”Dios es la luz en la que veo.”
PRACTICA:
Tres sesiones largas de unos 5 minutos cada vez.
Así que empieza a repetir la idea del día con los ojos abiertos y luego continúa con los ojos cerrados:
«Dios es la luz en la que veo.»
Después «Trata entonces de sumergirte en tu mente, abandonando cualquier clase de interferencia e intrusión a medida que te sumerges serenamente más allá de ellas. No hay nada, excepto tú, que pueda impedirle a tu mente hacer esto. Tu mente está sencillamente siguiendo su curso natural. Trata de observar los pensamientos que te vengan sin involucrarte con ninguno de ellos, y pásalos de largo tranquilamente.” este es un tipo de meditación en la que buscamos aquietar el cuerpo y la mente, mientras observamos nuestros pensamientos que fluyen, no nos detenemos antes ningún pensamiento, solo los observamos, de esa manera nos desapegamos de ellos, más allá de esa nube de pensamientos está nuestra luz interior, la verdad que somos, es hacia allá que nos proponemos llegar hoy. Por eso nos recuerda que esta no es una práctica cualquiera «es necesario que te des cuenta de cuán importante es lo que estás haciendo, el inestimable valor que ello tiene para ti, así como que seas consciente de que estás intentando hacer algo muy sagrado.» Se trata nada menos ni nada más que de nuestra salvación y de prepararnos para comunicarnos con Dios. «La salvación es el más feliz de todos tus logros. Es asimismo el único que tiene sentido porque es el único que tiene verdadera utilidad para ti.»
INDICADORES DE EXITO:
«Si estás haciendo los ejercicios correctamente, deberías experimentar una cierta sensación de relajación, e incluso sentir que te estás aproximando a la luz o de hecho adentrándote en ella.»
SUELTA TODA OSCURIDAD EN TU MENTE:
«Trata de pensar en la luz, sin forma y sin límites, según pasas de largo los pensamientos de este mundo. Y no te olvides de que no te pueden atar a él a no ser que tú les des el poder de hacerlo.» Desde la luz que eres observas los pensamientos de oscuridad y los sueltas. Abandona todo miedo y todo resentimiento y la luz iluminará toda tu consciencia.
La luz no tiene forma ni límites, toda forma y todo límite hace parte del ámbito del ego, y tu puedes liberarte de ellos si así lo deseas, simplemente los observas y los dejas ir. Si unes tu voluntad a la de Jesús el resultado será inevitable, déjate guiar por Su luz y la paz volverá a tu mente.
REPETICIONES FRECUENTES:
Repite durante el día la lección, tantas veces como te sea posible, pues si quieres desarrollar tu visión espiritual, y ver a Dios tienes que anhelarlo desde el fondo de tu corazón, y debes proponerte ver Su luz por encima de todo, y cuando logres llegar aunque sea a una pequeña chispa de Su radiante luz, esta iluminará todo tu Ser y comprobarás con embargada emoción que «Dios es la luz en la que veo.»
Oscar Gómez Díez
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