
EL NAUFRAGIO DEL CONTROL
Los miedos nos empujan al deseo compulsivo de tener bajo control los sucesos de nuestra vida.
El control es el mecanismo por el cual queremos predecir los comportamientos de otros, de manipularlos y someterlos a una relación de poder, es un intento de condicionar lo que podrían ser los sucesos futuros.
Cuánto más control impongamos menos control logramos, produciendo una espiral por tapar los agujeros que aparecen sin cesar hasta el cansancio y la frustración.
Nuestra obsesión por controlarlo todo nos hará naufragar en las desérticas playas de un mundo que percibimos árido y hostil.
En este mundo no controlamos nada, pero creemos que si, y nos frustramos cuando las circunstancias parecen desbordarse con imprevistos.
Hasta que llegue el día que comprendamos que sólo nos controlamos a nosotros mismos.
Solo podemos controlar el miedo y la inseguridad de nuestras propias mentes.
No hay nada que controlar afuera, pues lo que vemos allá no es más que un reflejo de lo que tenemos acá. Un espejo de nuestro mundo interior.
No peleemos más contra nuestros molinos de viento.
No sostengamos más batallas inútiles contra un mundo que sólo refleja nuestros propios miedos y ataques.
No nos defendamos de monstruos que sólo existen en nuestra imaginación.
Observemos nuestros miedos y entreguémoslos a la luz del Amor para que los deshaga por nosotros.
Entreguemos el control a Aquel que todo lo sabe y conoce, y caminemos por la vida con la confianza que hay una luz que nos acompaña, nos guía, y nos protege.
Caminemos con gratitud y certeza de que llegaremos en paz y dichosos al puerto dorado que siempre hemos añorado y que siempre nos ha esperado.
Oscar Gómez Díez
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